Día 33: ¿Quién te fascinó?
- Orlando Rodríguez Fonseca

- 27 ago
- 2 Min. de lectura
Lectura base: Gálatas 3:1
Tema: El peligro de los sustitutos del evangelio
Pablo pregunta con firmeza: “¿Quién los fascinó…?” La respuesta inmediata son los judaizantes, pero en un nivel más profundo, Pablo reconoce que detrás de esos hombres estaba Satanás mismo. El enemigo siempre busca desviar al creyente de la fe verdadera con sustitutos: doctrinas que parecen piadosas, pero que en realidad son placebos para calmar la conciencia y alimentar el orgullo humano.
El término “fascinó” (del griego baskaíno) puede traducirse como “encantar, embrujar, engañar”. No significa que los gálatas habían caído bajo un hechizo literal, sino que fueron seducidos por enseñanzas heréticas que añadían obras humanas a la fe en Cristo. El problema no fue ignorancia: ya habían visto con claridad a Cristo crucificado en la predicación de Pablo. Habían creído, se habían arrepentido y habían nacido en la familia de Dios. Su error fue dejarse convencer por pereza espiritual y alinearse con un mensaje que apelaba a los valores del mundo.
Un principio eterno:
Al ser humano le fascina la idea de que puede hacer algo para acercarse a Dios. Es atractivo pensar que mi disciplina, mis rituales o mis sacrificios pueden mantener mi salvación. Pero si así fuera, ¿para qué murió Cristo en la cruz? Si la gracia necesita suplementos humanos, entonces la cruz fue en vano.
Aplicación práctica:
El hecho de estar en una iglesia sana no te garantiza inmunidad contra el error. Las mentiras del enemigo seguirán intentando distraerte, y lo lograrán si vives indolente con la Palabra. Aunque hayas conocido la verdad, si descuidas la lectura de la Biblia, si tu corazón está atrapado por el mundo y tu vida de oración es débil, serás presa fácil.
Al final, Pablo deja claro que el problema no era falta de enseñanza, sino falta de discernimiento. Los gálatas no fueron ignorantes, sino insensatos. Cambiaron la verdad por la mentira, la paz por la intranquilidad, la libertad por la esclavitud.
Verdad para atesorar:
El evangelio no necesita suplementos. Añadir méritos humanos es negar la suficiencia de Cristo.
Oración:
Señor, guárdame de dejarme seducir por enseñanzas que agregan a tu evangelio. Recuérdame que en la cruz ya se hizo todo, y que no hay nada que yo pueda añadir a lo que Cristo consumó.
Preguntas para reflexión personal:
¿Qué ideas “piadosas” suenan atractivas a la carne, pero contradicen la gracia de Dios?
¿Confías realmente en lo que Cristo ya hizo, o en lo que tú logras?
¿Eres diligente en discernir la verdad en cada mensaje que escuchas, o te dejas arrastrar por la pereza espiritual?
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