Cuando el Libro Se Cierra… el Corazón Se Desvía
- Orlando Rodríguez Fonseca

- 14 oct
- 2 Min. de lectura
Texto base:
“¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?”
— 1 Corintios 3:16
Reflexión:
Ni en los días de Josías ni en los de Lutero el problema era la falta de religiosidad. Eran pueblos profundamente religiosos. El templo seguía en pie, la liturgia continuaba, la Iglesia tenía jerarquía y estructura. Pero algo andaba mal.
La Biblia estaba cerrada.
Y cuando el Libro se cierra, el corazón fabrica ídolos.
Religiosidad sin Palabra
Cerrar la Biblia no siempre lleva a la incredulidad; puede producir una religión vacía.
La historia y la Escritura muestran que es posible ser muy religioso y estar lejos de Dios.
Juan Calvino dijo: “El corazón humano es una fábrica perpetua de ídolos.”
Cuando dejamos de alimentarnos de la Palabra, inventamos un dios a nuestra medida:
una fe emocional, una tradición heredada o una espiritualidad centrada en uno mismo.
Pero ya no es el Dios de la Biblia.
Templo descuidado, alma agrietada
En tiempos de Josías:
El templo tenía altares y prácticas ajenas.
Nadie preguntaba: “¿Qué quiere Dios?”
El libro de la Ley estaba perdido y cubierto de polvo.
Pablo enseña que somos templos del Dios vivo (1 Corintios 3:16–17; 6:19–20; 2 Corintios 6:16).
Cuando dejamos de abrir la Biblia:
Aparecen grietas espirituales.
Se debilita la comunión con Dios y con la Iglesia.
El evangelio deja de ser el centro.
Lo sustituimos por individualismo, éxito superficial, autoimagen, apariencias o ideologías disfrazadas de espiritualidad.
Una Biblia cerrada levanta tormentas
Se ha dicho que hay Biblias con tanto polvo que, si alguien las soplara, levantarían una tormenta. Y es que cuando la Biblia está cerrada, también lo están nuestros ojos espirituales.
En tiempos de la Reforma, la Biblia fue secuestrada por el clero. El pueblo escuchaba mandatos humanos en vez de la voz de Dios. Se introdujeron reliquias, indulgencias e imágenes; la salvación se volvió un mérito o un producto. Lo mismo puede ocurrir hoy si el Libro queda cerrado.
Pero algo sucede cuando se vuelve a abrir…
Cuando el rollo fue leído ante Josías, se rasgó las vestiduras, se humilló y reformó la nación. Cuando Lutero abrió la Biblia, se rasgó el velo de la ignorancia, despertó su alma y reformó Europa.
Y cada vez que tú abres el Libro, algo se reforma en ti.
Aplicación personal:
Pregúntate hoy:
¿Estoy viviendo de costumbres heredadas o de una fe fundada en la Palabra?
¿Hay grietas en mi templo interior?
¿Estoy adorando ídolos modernos sin notarlo?
El problema no es no tener Biblia.
El problema es tenerla cerrada.
Oración:
Señor, abre mis ojos y mi corazón. No quiero una vida religiosa vacía ni una espiritualidad fabricada por mis emociones o mi cultura. Quiero tu verdad en el centro.
Restaura mi templo, quita los ídolos y ocupa el trono de mi alma. En el nombre de Jesús. Amén.
Para meditar:
¿Está mi Biblia abierta o vivo de tradiciones, ecos ajenos y un corazón sin dirección?
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