Cuando lo terrenal ocupa el lugar eterno
- Orlando Rodríguez Fonseca

- 10 dic
- 2 Min. de lectura
Lectura base:
“No acumulen para sí tesoros en la tierra…” —Mateo 6:19 (NBLA)
Jesús te recuerda algo esencial:
los tesoros terrenales nunca podrán sostener tu corazón.
Cuando dice “no acumulen para sí tesoros en la tierra”, no habla de irresponsabilidad, sino de algo más profundo: no entregues tu energía, tus fuerzas y tu pensamiento a lo efímero.
Porque, sin darte cuenta, puedes terminar atesorando trabajo, estatus, éxito, posesiones como si fueran tu seguridad. Para explicarlo, Jesús usa tres imágenes:
La polilla
En tiempos de Jesús, la ropa reflejaba riqueza. Algunos tejían hilos de oro. Pero la polilla lo destruye todo en silencio. Así ocurre con lo que acumulas: lo que parece sólido se desgasta sin aviso.
La herrumbre
Hasta lo que parece duradero se corroe. Incluso los alimentos pueden arruinarse. Ninguna posesión es eterna.
Los ladrones
Cuando crees tenerlo todo seguro, algo puede quitarlo en un instante. Y aunque lo protejas, la muerte te separará de ello.
Por eso Jesús cuenta la parábola del hombre rico (Lucas 12:15–21): acumuló mucho, pero nada para Dios. Guardó para muchos años, sin saber que esa noche moriría. Jesús dice con amor: lo que luchas por atesorar aquí, perece. No dejes que eso gobierne tu corazón.
Cuando lo terrenal llega al corazón
Lo que ocurre físicamente con los tesoros también ocurre espiritualmente:
Lo que acumulas aquí desgasta tu vida espiritual, como la polilla.
Produce deseo insaciable.
Te hace confiar en lo que tienes y no en quien te lo dio.
Ladrones internos —ansiedad, comparación, avaricia— roban tu paz y tu gozo.
Cuando lo terrenal ocupa el lugar eterno, lo de afuera se daña… y lo de adentro también.
Aplicación
Hoy pregúntate:
¿Qué tesoros estoy dejando entrar al lugar que solo le pertenece a Dios?
Pídele al Señor que te enseñe a atesorar lo que permanece, a buscar lo eterno y a vivir libre del desgaste silencioso de lo terrenal.
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