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Día 35– El alma olvidadiza

  • Foto del escritor: Orlando Rodríguez Fonseca
    Orlando Rodríguez Fonseca
  • 29 ago
  • 2 Min. de lectura

Lectura base: Salmo 42:5

“¿Por qué te abates, alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.”

Tema: Despertar del letargo espiritual




Reflexión


A veces nuestra alma cae en un estado de olvido. Corre tras vanidades, busca alivio en distracciones, y deja de mirar hacia arriba, hacia Dios. Eso mismo refleja esta oración: una confesión de que, aunque fuimos creados por Él y para Él, muchas veces lo ignoramos en la práctica diaria.


El alma olvidadiza no es atea, simplemente distraída. Sabe la verdad, pero vive como si no la supiera. Sin embargo, aun en medio de esa confusión, hay un suspiro, un anhelo profundo: volver a Dios, reconocer su grandeza y dejar que Su Espíritu rompa los lazos del pecado y enseñe las lecciones de Cristo.


La buena noticia es que Dios no olvida a quien Él creó. Aunque nuestra mente sea inconstante y nuestro corazón dividido, Él permanece fiel, dispuesto a atraernos una vez más a su gracia.



Verdad para atesorar


Aunque nuestra alma sea olvidadiza, Dios nunca olvida a los que Él formó. Su gracia nos llama a despertar y volver a Él.



Oración


Señor, reconozco que muchas veces he corrido tras vanidades y me he olvidado de ti. Perdóname por mi insensibilidad. Rompe el hechizo del pecado que ata mis pensamientos y guíame con tu Espíritu a Cristo. No me dejes seguir dormido, despiértame a tu verdad y lléname de una felicidad que solo viene de ti. Amén.



Preguntas para reflexión personal

  1. ¿Cuáles son las “vanidades” que más distraen tu corazón de Dios hoy?

  2. ¿Has sentido temporadas de olvido espiritual? ¿Qué aprendiste de ellas?

  3. ¿Qué pasos concretos puedes tomar esta semana para recordar más a Dios en tu día a día?

Comentarios


Sobre nosotros

"En cambio, hablaremos la verdad con amor y así creceremos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo, quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia. Él hace que todo el cuerpo encaje perfectamente. Y cada parte, al cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor."

Efesios 4:15-16

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