Día 40 – La promesa es en Cristo
- Orlando Rodríguez Fonseca

- 5 sept
- 2 Min. de lectura
Lectura base: Gálatas 3:15–16
Tema: La herencia es segura porque está en un solo heredero
Reflexión
Pablo usa un ejemplo muy sencillo: si un pacto humano es firme y no se puede cambiar, ¡cuánto más el pacto que Dios hizo! La promesa fue dada a Abraham y a su “descendencia”, no en plural, sino en singular. Esa descendencia es Cristo.
Esto significa que las promesas de Dios no están condicionadas a un grupo étnico ni a prácticas externas. No dependen de tocar un shofar, cantar en hebreo, pertenecer a cierta denominación, participar de un estilo de música específico o manifestar dones particulares. Tampoco se trata de cumplir requisitos litúrgicos o culturales.
La promesa no está repartida en miles de herederos humanos, sino centrada en uno: Jesucristo. Y la buena noticia es que, si estamos en Cristo, participamos de esa promesa. Somos coherederos con Él.
Es como un abuelo que escribe en su testamento: “Toda mi herencia será para mi nieto.” Aunque algunos piensen que aplica a todos los nietos, el testamento es claro: es para uno en particular. Así mismo, Cristo es el heredero, y nosotros, por fe en Él, entramos a esa herencia.
Verdad para atesorar
Todas las promesas de Dios encuentran su “sí” en Cristo. Si estás en Él, eres coheredero de la bendición.
Oración
Señor, gracias porque tus promesas no dependen de mis esfuerzos, sino de tu fidelidad en Cristo. Ayúdame a recordar que en Él tengo una herencia segura, y que nada ni nadie puede anular tu pacto eterno.
Preguntas para reflexión personal
¿En algún momento has condicionado la bendición de Dios a prácticas externas o requisitos humanos?
¿Qué significa para ti que en Cristo eres coheredero de la herencia de Abraham?
¿Cómo cambia tu confianza diaria el saber que las promesas de Dios son firmes e inmutables?
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