Día 45 – Hijos, no esclavos
- Orlando Rodríguez Fonseca

- 12 sept
- 1 Min. de lectura
Lectura base: Gálatas 4:4–5
Tema: La adopción: el privilegio supremo de la gracia
Reflexión
Pablo le recordó a Timoteo y a Tito que guardaran con celo el depósito de la fe, evitando fábulas y doctrinas humanas. Esa advertencia también es para nosotros hoy: el evangelio no necesita añadiduras, ni secretos místicos, ni filosofías disfrazadas de espiritualidad.
La verdad del evangelio es esta: en Cristo fuimos adoptados como hijos de Dios. No somos esclavos que viven con miedo, sino hijos que viven con seguridad. La adopción no es una metáfora débil, sino una realidad poderosa: tenemos un nuevo nombre, acceso al trono de la gracia, cuidado de un Padre perfecto y la herencia eterna asegurada en Cristo.
El legalismo promete madurez, pero solo nos hace retroceder a la niñez espiritual. La gracia, en cambio, nos hace crecer y nos da la libertad de vivir como hijos amados.
Verdad para atesorar
El evangelio no te hace siervo temeroso, sino hijo amado y heredero en Cristo.
Oración
Padre, gracias porque en Cristo no soy esclavo, sino hijo. Gracias porque me adoptaste en tu familia, me diste tu Espíritu y me hiciste coheredero de una herencia eterna. Ayúdame a guardar la verdad del evangelio y a vivir con la libertad y la seguridad que me has dado en tu gracia. Amén.
Preguntas para reflexión personal
¿Vivo mi fe como esclavo tratando de ganar aceptación o como hijo descansando en el amor del Padre?
¿Qué áreas de mi vida necesitan alinearse con la identidad de hijo y no de siervo?
¿Cómo puedo reflejar esta libertad en mi relación con otros creyentes y con el mundo?
%20(100%20x%20100%20px).png)



Comentarios