Día 51- Andar en el Espíritu, No en Apariencias
- Orlando Rodríguez Fonseca

- 23 sept
- 2 Min. de lectura
Lectura base:
Gálatas 5:16–26 — “Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne…”
Juan 15:4–5 — “Permanezcan en Mí, y Yo en ustedes… separados de Mí nada pueden hacer.”
Reflexión
En Gálatas 5:16 Pablo presenta uno de los mandatos más claros para la vida cristiana: “Anden en el Espíritu.” No dice “cumple la ley” ni “haz buenas obras”. El evangelio no es solo para creerlo, sino para vivirlo, y vivirlo significa permanecer en comunión con Dios.
Jesús enseñó lo mismo en Juan 15: “Permanezcan en Mí, porque separados de Mí nada pueden hacer.” Pablo y Jesús coinciden: deja que la vida de Cristo fluya en ti.
La rama no produce fruto por esfuerzo propio, sino por permanecer unida a la vid. Así también, el fruto del Espíritu no es una lista de metas humanas, sino el resultado natural de una vida conectada con Cristo. El mandato no es “da fruto”, sino “permanece” y “anda en el Espíritu”.
Dios nos da medios para esa permanencia: Su Palabra, la oración, la congregación y la obediencia.
La gracia verdadera no es excusa
Cuando la gracia es predicada, la carne busca torcerla: “La salvación es por fe, no necesito congregarme, leer la Biblia u obedecer.” Pero la gracia verdadera no desprecia los medios de comunión, los valora. Permanecer en ellos es lo que produce fruto.
Judas 1:4 advierte contra quienes convierten la gracia en libertinaje. Aunque se refiere a falsos maestros, también aplica a cualquiera que use la gracia como pretexto para vivir sin rendición a Cristo.
¿Y las prácticas externas?
Pablo enseña que la salvación no proviene de obras externas. Hoy también algunos elevan costumbres o símbolos como condición para ser salvos. Pero el problema no es la práctica en sí, sino la motivación:
Si lo hago para ser aceptado por Dios, anulo la cruz.
Si lo hago porque ya fui aceptado en Cristo, es un acto de amor y gratitud.
La diferencia entre legalismo y obediencia genuina está en el corazón.
Aplicación
Pablo concluye: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.” (Gálatas 5:25)
Esto implica:
Cultivar comunión diaria con Dios.
Nutrirse de Su Palabra.
Orar con dependencia.
Reunirse con la iglesia.
Obedecer por amor, no por miedo.
Examinar siempre la motivación del corazón.
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