Día 53- Lo que realmente quiero
- Orlando Rodríguez Fonseca

- 25 sept
- 2 Min. de lectura
Lectura base:
Gálatas 5:17 (NTV) — “La naturaleza pecaminosa desea hacer el mal, que es precisamente lo contrario de lo que quiere el Espíritu. Y el Espíritu nos da deseos que se oponen a lo que desea la naturaleza pecaminosa. Estas dos fuerzas luchan constantemente entre sí, entonces ustedes no son libres para llevar a cabo sus buenas intenciones.”
Pablo nos enseña que en cada creyente coexisten dos naturalezas en conflicto: el Espíritu y la carne. Antes de conocer a Cristo, la carne gobernaba nuestra vida sin oposición. Pero cuando el Espíritu entró, comenzó una obra de transformación que ahora produce una lucha interna entre el viejo yo y el nuevo. La palabra “deseos” que usa Pablo en este pasaje proviene del griego epithumia, que significa “sobre-deseo”, es decir, impulsos desordenados que a menudo no son cosas malas, sino cosas buenas convertidas en lo más importante. Como explica Tim Keller, el problema del corazón no es solo querer cosas malas, sino querer demasiado cosas buenas y ponerlas en el lugar de Dios. Por eso, el pecado no es simplemente romper reglas, sino hacer de algo creado nuestro salvador, nuestra esperanza y nuestra identidad. Pablo luego describe las obras de la carne (Gálatas 5:19–21), y nos recuerda que tanto los pecados visibles como los internos —ya sea inmoralidad o envidia, borracheras o celos— son señales de una vida dominada por la carne. Dios no clasifica los pecados como lo hacemos nosotros; todos necesitamos depender del Espíritu. Y cuando Pablo dice “los que practican tales cosas”, se refiere a quienes viven en un patrón continuo de estas obras, no a quienes tropiezan ocasionalmente. ¿Cuál es entonces el deseo del Espíritu? Según Juan 16:14, glorificar a Cristo y conformarnos a Él. Por eso, aun cuando caemos, el creyente genuino puede decir con humildad: “Esto no es lo que realmente quiero. Yo quiero a Dios y Su voluntad.” Ese deseo profundo de agradar a Cristo, incluso en medio de la lucha, es evidencia de que el Espíritu vive en nosotros.
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