Temor antes de consuelo
- Orlando Rodríguez Fonseca

- hace 1 día
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Texto base:
“Y un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor.”
Lucas 2:9
“Entonces la nube cubrió la tienda de reunión y la gloria del Señor llenó el tabernáculo. Moisés no podía entrar en la tienda de reunión porque la nube estaba sobre ella y la gloria del Señor llenaba el tabernáculo.”
Éxodo 40:34-35
Cuando el ángel se presentó y la gloria del Señor rodeó a los pastores, el primer sentimiento no fue gozo. Fue temor.
Y no es casualidad. La gloria de Dios no es liviana ni doméstica. No se controla ni se acomoda. Antes de tranquilizarnos, la presencia de Dios nos confronta.
Esto es importante recordarlo, especialmente en Navidad, cuando a veces reducimos la historia a algo meramente tierno. La gloria que apareció aquella noche es la misma gloria que en el Antiguo Testamento llenaba el templo y hacía caer a las personas rostro en tierra.
Pero aquí ocurre algo extraordinario: la gloria que antes parecía distante ahora se acerca. Ya no solo como luz o resplandor, sino en la persona de Cristo. No es una visión momentánea ni un éxtasis pasajero. Es Dios haciéndose cercano como Salvador.
El temor abre paso al consuelo porque la gloria ahora tiene rostro.
Preguntas de aplicación:
¿He reducido la gloria de Dios a algo cómodo y manejable?
¿Permito que la presencia de Dios me confronte antes de consolarme?
¿Qué cambia al saber que la gloria de Dios se acercó a mí en Cristo?
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