Una Luz Que No Se Apaga
- Orlando Rodríguez Fonseca

- 7 dic
- 2 Min. de lectura
Texto base: Juan 1:5 (RVR60)
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hay sombras que no vienen de afuera… vienen de adentro.
A veces pensamos que la oscuridad que más duele es la que nos rodea, pero la más peligrosa es la que permitimos alojarse en el corazón: el orgullo que no confesamos, el resentimiento que justificamos, el desánimo que dejamos crecer, la desconfianza que alimentamos en silencio.
La invitación de Dios no es ignorar las sombras… es acercarte a la luz.
Y la luz no se enciende de lejos.
Se enciende en la oración. En la Palabra. En la comunidad.
Ahí, donde Cristo está, el corazón vuelve a iluminarse.
Esta temporada trae excesos, ruido, distracciones…
pero tú puedes ser una lámpara en el valle:
con tu conducta, tu testimonio, tu dominio propio, tu amor.
No vivas como si estuvieras derrotado.
No vivas como si la oscuridad tuviera la última palabra.
Agradece la luz que ya tienes… mientras esperas la luz final.
Porque Cristo ya vino… y Cristo volverá.
Y entre esa primera luz y la última, tú eres luz también.
Aplicación para hoy
Revisa qué sombras internas estás permitiendo.
Acércate a Cristo como quien se acerca a encender la única lámpara del cuarto.
Sé luz donde vives, donde trabajas, donde sirves.
No permitas que la oscuridad hable más fuerte que la esperanza que Cristo te dio.
Cierre
Cada vez que enciendas tu árbol de Navidad, detente un momento.
Obsérvalo.
Déjalo predicarte, porque lo está haciendo sin palabras.
Cada luz es un recordatorio silencioso de lo que Cristo ya hizo…
y de lo que Cristo todavía hará.
Cuando veas una luz titilar, recuerda:
tu fe a veces parpadea, pero Dios no se apaga.
Cuando veas la luz brillar entre la oscuridad, recuerda:
las tinieblas no pueden vencerte…
porque dentro de ti vive Aquel que las venció.
“La luz en las tinieblas resplandece…” — sigue siendo verdad.
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