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El Problema No Fue El Dibujo… Fue Mi Corazón

  • Foto del escritor: Orlando Rodríguez Fonseca
    Orlando Rodríguez Fonseca
  • 30 nov
  • 2 Min. de lectura

Texto base: Filipenses 2:13 (NBLA)

Porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para Su buena intención.


Moisés levantó cinco objeciones ante Dios:


“No soy capaz.”

“No te conozco suficiente.”

“No me van a creer.”

“No tengo el talento.”

“No quiero ir.”


Y Dios respondió con cinco verdades:


Mi presencia.

Mi nombre.

Mi respaldo.

Mi soberanía sobre tus dones.

Mi gracia para sostenerte.”


Cuando pienso en mi dibujo, entiendo a Moisés más de lo que imaginaba.


Dios me pidió “dibujar” … y sí, lo hice.

Pero lo hice mal, no por el resultado, sino por la actitud.


Lo hice con mala disposición.

Lo hice renegando.

Lo hice pensando en mis fortalezas en vez de Su poder.

Lo hice preocupado por el qué dirán.

Lo hice creyendo que mis limitaciones eran más grandes que Su presencia.

Lo hice dudando si Dios estaría conmigo incluso en algo tan pequeño.

Lo hice deseando que otro lo hiciera.

Lo hice sin confiar.

Lo hice sin descansar.

Lo hice con el corazón cerrado.


Y mientras repasaba todo eso, entendí algo que me marcó:


No fallé en la tarea.

Fallé en la actitud.


El dibujo quedó.

El problema fue mi corazón.


Y ahí comprendí una verdad que quiero dejarte hoy, en este cierre:


Dios no solo mira lo que hacemos… Dios mira cómo lo hacemos.

Él no solo quiere nuestras manos.

Él quiere nuestro corazón.


Porque cuando Dios te pida “dibujar” algo en la vida — perdonar, servir, obedecer, hablar, cambiar, soltar, amar— quizás no te guste, quizás no se te dé bien, quizás no sientas habilidad…


Pero no permitas que tu actitud sabotee tu obediencia.


Hazlo con confianza.

Hazlo con humildad.

Hazlo con dependencia.


Porque el que te llamó…

estará contigo mientras lo haces.


Preguntas para reflexionar hoy

  1. ¿En qué área he estado obedeciendo con mala actitud?

  2. ¿Qué “dibujo” me está pidiendo Dios hacer ahora mismo?

  3. ¿Estoy confiando en mis habilidades… o en la presencia del que me llamó?

Comentarios


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"En cambio, hablaremos la verdad con amor y así creceremos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo, quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia. Él hace que todo el cuerpo encaje perfectamente. Y cada parte, al cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor."

Efesios 4:15-16

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