Fuera de Zona

Texto base: 2 Corintios 3:5 (NBLA)

No que seamos suficientes en nosotros mismos… sino que nuestra suficiencia es de Dios.

La semana pasada, el comité de actividades de la escuela —ese que no sugiere, sino que asigna— decidió que a mí me tocaba dibujar una estructura arquitectónica para la Semana de la Puertorriqueñidad.

Cuando escuché la palabra dibujar, lo sentí en el pecho.

Yo no dibujo.

No es mi don.

No es mi fuerte.

Aun así, traté de hacerlo.

Puse un pedazo de papel de estraza sobre la pizarra digital, apagué las luces del salón, y comencé a trazar líneas como si pudiera engañar a mi propia torpeza. Pero mientras más marcaba el lápiz, más inseguro me sentía.

Me sentía incapaz.

Me sentía pequeño.

Me sentía fuera de mi zona.

Lo que debía ser una actividad bonita terminó provocándome estrés, confusión y ansiedad. Llegué a pensar seriamente en no hacerlo y ausentarme.

Hacía tiempo que no me sentía tan dominado por la frustración y la incompetencia.

Cuando al fin terminé —temblando, pero lo terminé— me senté un momento a respirar. Y ahí me vino una pregunta inesperada:

¿Dios hace lo mismo?

¿Dios también asigna tareas para las cuales no sentimos habilidad… ni capacidad… ni motivación?

La respuesta es: sí.

Y nadie lo ilustra mejor que Moisés.

Esta semana exploraremos precisamente las cinco objeciones que Moisés presentó cuando Dios lo llamó a hacer algo para lo cual él no se sentía capaz.

Preguntas para reflexionar hoy

1. ¿Qué situación actual me está sacando de mi zona cómoda?

2. ¿Estoy tratando de evitar lo que me incomoda… o estoy permitiendo que Dios me forme ahí?

3. ¿Qué me revela mi reacción sobre mi dependencia de Dios?